La interprete entrerriana acaba de lanzar «Imposible», su nueva producción discográfica.
Son 10 canciones de autores que ya no están. Nombres que, más acá o más allá del descuido, afanosamente van atravesando el tiempo y sus peripecias en busca de la perdurabilidad. Juárez-Quiroga, Chacho Muller, Yupanqui, Buenaventura Luna, Manuel Castilla, Eduardo Falú, “Cuchi” Leguizamón, Armando Tejada Gómez, Juan L. Ortiz leído por Walter Heinze. Y el sorprendente Teniente Juan Carlos Franco Paez, alguna vez aparcero de Yupanqui, defensor de oficio del anarquista Severino Di Giovanni, creador entre otras pocas cosas de la vidala que da nombre y define la índole de este trabajo que es, también, un ensayo sobre el tiempo: la verificación de que nada regresa del mismo modo. Imposible. Un imposible que no paraliza, sino que transforma. “Las resonancias de Imposible no buscan clausurar con nombres definitivos”, escribe Jorge Consiglio en el librillo que acompaña esta edición.
Con músicas y palabras Liliana Herrero recompone una memoria que por personal no deja de pertenecer a quien la escucha. Junto a un cuarteto sutil y versátil, integrado por Pedro Rossi (guitarra y arreglos), Ariel Naón (contrabajo y arreglos), Martín Pantyrer (clarinete bajo) y Mario Gusso (percusión), la voz de Herrero respira de su memoria y tantea la dimensión afectiva de cada palabra, mide la tensión de cada gesto melódico, impregna y recompone, desplegando un teatro de claroscuros de gran expresividad, que en su convicción no necesita desbordarse para sonar contundente.
Junto a Imposible, la edición incluye Tres Tangos Errantes: tangos de Gardel –Volvió una noche, Soledad y Por una cabeza– interpretados por Herrero con el inolvidable Gerardo Gandini en piano. Grabaciones realizadas en los estudios Cosentino en 2003, parte de un proyecto que no llegó a cristalizarse totalmente del que quedaron tres pruebas que constituyen un apreciado tesoro. Otro desafío al tiempo. Otra oportunidad a la memoria.
Imposible y Tres Tangos Errantes son, en definitiva, el reflejo de la madurez del gran Ensayo con el que Herrero atraviesa la música argentina desde hace varias décadas. Y en su discografía se trata otra llegada, de la que, seguramente, sabrá hacer un nuevo punto de partida. (Por Santiago Giordano)